LA TIERRA NO ES PLANA Y EL GÉNERO NO ES BINARIO.
Leyendo acerca de lo que escribió Jeffrey Kluger, para una edición de la revista TIME dedicada a LA CIENCIA DEL GÉNERO, les comparto lo siguiente.
Hay un tipo de placer perverso cuando una certeza o una verdad se revela como una tontería. Tal como sucedió hace muchos años cuando la gente pensaba que la Tierra era plana y el centro del Universo, y solo los tontos creían lo contrario. Hasta que se empezó a estudiar y a entender la estructura del cosmos, los tontos que lo dudaron resultaron no ser tan tontos. Al igual que hace 2,500 años, que se pensaba que había solamente cuatro elementos en nuestro planeta: aire, tierra, fuego y agua… hoy nos basamos en una tabla periódica de 118 elementos… que son los que conocemos hasta ahora.
Pues algo similar ocurre en el tema de los sexos. Parecía claro que la especie humana presentaba solo dos variedades: macho y hembra, lo que era obvio, ya que sus cuerpos
se ven diferentes, funcionan de manera diferente y están diseñados de manera perfecta para complementarse entre sí: el macho proporciona el gameto que fertiliza a la hembra.
El pensamiento acerca de esas diferencias, se extiende también a la forma en que funcionan las mentes de los dos sexos. Los hombres se inclinan más hacia lo técnico y lo mecánico, como debe ser y se espera que sea, si van a manipular el material del mundo natural para construir refugios, armas y herramientas. Las mujeres tienen una inclinación más intuitiva y emocional, como debe ser y se espera que sea, si van a administrar la familia y sostener a la comunidad. De este concepto de organización surgió una serie de leyes, costumbres y códigos sociales que se basaron en las diferencias sexuales y lo que es más preocupante: las hicieron cumplir estrictamente. Y ahora, unos 300,000 años después del surgimiento de nuestra especie, por fin estamos aprendiendo, que mucho de lo que creíamos saber sobre la sexualidad humana no es tan solo como parece. Más allá de las obvias diferencias biológicas básicas entre hombres y mujeres, las personas tenemos mucho más en común de lo que no. Y hay menos generalizaciones que sean ciertas. Esta nueva consciencia ha sido establecida por la ciencia y por la simple observación.
¿Crees que los hombres no pueden ser cuidadores de sus hijos? Solo observa el aumento de los niveles sanguíneos de oxitocina, la hormona de unión conocida como la "sustancia química del abrazo", y la disminución de los niveles de testosterona en los nuevos padres cuando están en presencia de sus bebés. ¿Qué las mujeres no están preparadas para ser científicas, soldados y líderes mundiales? Entonces explica todas las mujeres que son ingenieras, oficiales militares, senadoras y primeras ministras. Los escáneres del cerebro han mostrado pocas o ninguna diferencia sustancial en la arquitectura neuronal de los dos sentidos, lo que sugiere que cualquier diferencia intelectual y de comportamiento ostensible puede no tener sus raíces en el sistema operativo cognitivo, sino en la cultura en la que existe. La química hormonal difiere en hombres y mujeres, a veces de manera espectacular, especialmente en el útero y durante la pubertad, cuando impulsa el desarrollo sexual. Pero la mayoría de las veces hace poco más que alternar ciertas funciones hacia arriba o hacia abajo según las circunstancias, lo que tal vez lleve a diferencias de comportamiento transitorias, pero nada más.
Actualmente hay un creciente interés y mucha más comprensión sobre la fluidez de género y la comunidad transgénero. Nuevas percepciones que derriban la dualidad niña-niño, rosa-azul, X-Y por completo. La anatomía física que uno presenta al mundo puede ser completamente diferente del sentido de sí mismo que lleva dentro, algo que las personas transgénero han estado diciendo durante mucho tiempo.
Ciertamente, no se han borrado todas las divisiones de género y sexo. Los hombres y las mujeres tienen diferencias irrefutables, en términos de comportamiento, salud, emociones, longevidad, movilidad social, estilos de crianza, enfoques del romance y más.
Decir que las diferencias no son nada, o que somos iguales, es tomar una posición tan absolutista como equivocada, como la de la gente que asegura que las diferencias lo son todo. La clave es comprender esas diferencias, cuáles son sus raíces, a dónde nos llevan, cómo podemos hacer el mejor uso de las cosas que tenemos en común y de las que no. No hemos logrado completar el rompecabezas de género, eso es innegable, pero cuando lo entendemos mejor y aceptamos que no es como lo pensábamos, también puede ser innegablemente hermoso.
Adriana Reinking
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